Grupos de Interés sobre Software Libre

Por Cristian Bravo-Lillo / 15 de abril de 2011.- Este capítulo es sobre la importancia de los grupos de interés sobre el software libre.

En el capítulo anterior hablábamos sobre la experiencia de la municipalidad de Munich al migrar toda su plataforma tecnológica a software libre, y sobre cómo sus criterios principales no fueron el costo ni el apego a la filosofía libre.

El principal criterio fue el problema de tener que migrar una enorme plataforma tecnológica, con requerimientos múltiples como seguridad, estabilidad, y diversidad administrativa. Sin embargo, a pesar de que la decisión fue finalmente tomada por políticos, es generalmente un error pensar que la decisión fue exclusivamente política. En esta decisión, y en muchas otras, los grupos de interés juegan un papel fundamental.

Grupos de Interés sobre Software Libre

Hasta ahora hemos utilizado la visión del autor John Kingdon para analizar cómo algunas iniciativas llegan a las agendas públicas de un país. En la visión de Kingdon existen tres factores importantes: los problemas, las políticas públicas y las autoridades políticas de un país. Cuando suficientes personas dentro de una sociedad perciben la existencia de un problema, y cuando se tiene la percepción un tanto subjetiva de que puede ser resuelto, una de las alternativas es intentar resolverlo con una política pública. Y detrás de una política pública siempre hay un grupo de personas apoyándola. En otras palabras, los grupos de interés, es decir, los grupos de personas organizados para apoyar iniciativas de su interés, son fundamentales.

¿Cómo participamos las personas de procesos como éste? En general a través de dos roles: el rol técnico y el rol político. Técnicos somos aquellas personas sin poder político, que proponemos actividades, medidas e iniciativas de nuestro interés a través de distintos canales e instituciones: think-tanks, organizaciones no gubernamentales, movimientos activistas, etc. Políticos son, por otra parte, aquellas personas con poder otorgado en último término por elección popular, que toman los temas que "flotan en el ambiente" y arman con ellos "agendas públicas": listas de temas que intentan resolver dentro del período de mandato que la ley les concede.

Estos dos roles (técnicos y políticos) forman parte de un baile social en el cual unos sacan a bailar a otros, y donde la música es el problema que ambos roles buscan resolver. El resultado final del baile define la forma en que la población se beneficia o se perjudica. Veamos algunas de las formas en que puede darse este baile:

1. Suena la música, y los técnicos sacan a bailar a los políticos: Esta es la forma "idealizada" en que las cosas debieran pasar. Existe un problema real, que los técnicos observan, y cuya descripción y urgencia es expresada por éstos a los políticos.

2. Suena la música, y los políticos bailan (con o sin los técnicos): Esta es la otra forma "idealizada". A veces ocurre (sobre todo en tiempos de elecciones) que los políticos observan "en terreno" los problemas de la gente. A veces piden el apoyo de grupos técnicos para plantear alternativas de solución al problema.

3. Los políticos bailan, a veces sacan a bailar a los técnicos, y luego ponen la música: Esta es una forma más realista (y frecuente) en que las cosas ocurren. Los políticos observan un problema (real o no), y (a veces) buscan el apoyo de grupos de interés, de manera que ambos roles difunden el problema y "crean consciencia" de éste en la población.

4. Los técnicos bailan, sacan a bailar a los políticos, y entre los dos ponen la música: Normalmente, los grupos de interés advierten un problema antes que los políticos; socializan el problema con los políticos y (siempre que éstos últimos lo consideren efectivamente un problema) entre ambos grupos lo difunden y crean consciencia de éste en la población.

5. Los técnicos bailan, ponen la música, y luego sacan a bailar a los políticos: Podríamos llamar a este caso el de 'denuncia'. Los grupos de interés advierten un problema, y en vez de intentar incluirlo dentro de la Agenda Pública, utilizan 'el camino largo': intentan advertir a la población y crear consciencia del problema. Si tienen éxito, los políticos finalmente se ven 'forzados' a incluir el problema dentro de la Agenda y darle alguna clase de solución.

Algunos autores, como Deborah Stone en su libro “Policy Paradox”, ponen a los grupos de interés en el centro de la toma de decisiones en un país. Esto porque, a diferencia de la postura tradicional en el estudio de políticas públicas, una sociedad no es sólo oferta y demanda funcionando sobre los individuos. Stone ofrece una serie de críticas al modelo de libre mercado que hoy se han transformado en críticas comunes.

Por ejemplo, en un mercado idealmente todos conocen a la perfección los costos y beneficios de todas las alternativas, y toman decisiones para intentar maximizar el beneficio propio. En una comunidad, en cambio, la distribución de la información es rara vez equitativa. La información es muchas veces manejada y mantenida en reserva a propósito. Casi nunca estamos conscientes de todas las alternativas, y su determinación es más un acto creativo que de búsqueda.

En el mercado, la cooperación es vista con malos ojos y todos los términos usados para referirse a ella son peyorativos: colusión, cartel, oligarquía, fijación de precios. En una comunidad, en cambio, la cooperación es la norma, y las palabras para describirla son más positivas: concertación, coalición, alianza, acuerdo, pacto, etc.

Una comunidad está inherentemente formada por grupos, los grupos se definen por sus intereses comunes, y los intereses se basan la mayor parte del tiempo en valores. Un grupo, por ejemplo, puede querer cerrar el acceso a una calle, otro buscar reconocimiento para el matrimonio homosexual, y aun otro minimizar el rol que el gobierno posee en la sociedad. Rara vez los grupos están en desacuerdo respecto de los valores que es necesario defender: libertad, equidad, justicia, etc. Sin embargo, las interpretaciones que distintos grupos dan a estos valores son a veces radicalmente distintas.

Los mismos grupos son dinámicos, hasta el límite en que su unión y separación pueda comprometer valores fundamentales que definen la identidad de los grupos. Por ejemplo un grupo ambientalista y una minoría étnica pueden aliarse para apoyar a una senadora que tiene posibilidades de ser elegida presidente, pero distanciarse cuando la representación de las minorías en el senado está en discusión.

¿Qué tipos de grupos de interés existen hoy en Latinoamérica en torno al software libre? En la mayor parte de nuestros países, los grupos de interés que existen son similares:

1. Los talibanes: Son grupos de no más de 10 personas cada uno, nacidos generalmente en ambientes universitarios, conformados por programadores expertos con relativamente poco conocimiento de la dinámica social, económica o política al interior de un país. Admiran a Stallman, y defienden al software libre con cierto fanatismo religioso. Creen que los gobiernos deben adoptar software libre por un imperativo moral.

2. Los pragmáticos: Más escasos en número, son aquellos grupos más “intelectuales” que defienden al software libre porque consideran que representa una buena oportunidad intelectual y social, a veces económica. Se identifican más a sí mismos con las ideas de Lawrence Lessig y Eric Raymond. Creen que los gobiernos deben adoptar software libre porque es es la mejor opción, de acuerdo con criterios varios.

3. Los escépticos: Son aquellos grupos que sin estar necesariamente en contra del software libre, sienten que no tiene ninguna posibilidad de prosperar “en contra” de grandes empresas y sus intereses comerciales. No saben qué es exactamente el software libre, pero repiten algunas de las ideas que han escuchado de los anti-talibanes. Creen que los gobiernos deben intentar ser neutrales frente a la tecnología.

4. Los anti-talibanes: Son aquellos grupos que creen que el software libre es una iniciativa peligrosa de crackers que ocupan software pirata, y que quieren dejar de pagar por el software. Sienten que aquellos que defienden el software libre son “comunistas”, y por tanto potenciales criminales a los que hay que controlar. Creen que los gobiernos no deben adoptar software libre porque atenta contra la libertad de mercado.

En el próximo capítulo, el último de esta temporada, hablaremos sobre aquellas razones que típicamente argumentan los grupos de interés a favor o en contra del software libre.

Fuentes

Música:

Referencias:

  • John Kingdon, “Agendas, Alternatives and Public Policies”, segunda edición, Pearson education, 2003.

  • Deborah Stone, “Policy Paradox”, tercera edición, Norton & Co. Publishing, 2002.

  • Wikipedia: artículo sobre 'public policies'.

Éste es el archivo del podcast "Cultura Libre", emitido entre el 2010-2013 a través de Manzana Mecánica.

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