Por Carlos Castillo / 28 de abril de 2010.- Sobre el programa de vigilancia electrónica masiva de la NSA bajo Bush, sobre el servicio de inteligencia de Pinochet, sobre por qué es importante la privacidad, y sobre por qué "el que nada hace nada teme" no es un argumento válido para renunciar a nuestro derecho a la privacidad.

Privacidad

El 18 de Septiembre del 2001, siete días después de que Al-Qaeda destruyera las torres gemelas en Nueva York, el Congreso de Estados Unidos aprobó una "autorización para el uso de la fuerza militar contra los terroristas", otorgando a George W. Bush la autoridad legal para perseguir a los responsables de los ataques y a sus colaboradores.

En el año 2006 el secretario de defensa Donald Rumsfeld trató de usar esta ley como una justificación para establecer tribunales militares especiales en Guantánamo. En el mismo año, el gobierno de Bush admitió públicamente que consideraba que la ley de Septiembre del 2001 les autorizaba a interceptar conversaciones telefónicas, entre los Estados Unidos y gente fuera de Estados Unidosm sin necesidad de una orden judicial:

[Bush]

El gobierno de Bush respondía así a alegaciones sobre espionaje a gran escala hechas entre otros por Mark Klein, un técnico jubilado recientemente de AT&T. Klein denunció que le habían mandado instalar splitters que creaban una copia de la totalidad del tráfico de internet, incluyendo e-mail y visitas a páginas web, y la totalidad de las conversaciones telefónicas. Los splitters redirigían esta información hacia la sala 641A en el edificio de AT&T en San Francisco, desde donde personal de la empresa ayudaba al gobierno en funciones de vigilancia electrónica.

Poco después de destaparse este escándalo, Bush pediría inmunidad retroactiva para las compañías de telecomunicaciones. La intercepción masiva que habían llevado a cabo no tenía la autorización judicial apropiada, no hacía distinción entre tráfico domestico o extranjero, ni entre sospechosos y gente común. Además, un grupo de expertos del IEEE Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos analizó la arquitectura del sistema y descubrió que había serios riesgos de seguridad y la posibilidad cierta de que un tercero pudiera utilizar este canal paralelo de procesamiento de datos para instalar sus propias funciones de espionaje. Esta no es un posibilidad teórica: sucedió en Grecia entre los años 2004 y 2005 cuando los routers para intercepción telefónica fueron alterados para que espiaran a más de 100 autoridades griegas sin que quedara registro alguno de estas intercepciones.

El programa de espionaje masivo de Bush no es algo que se pueda entender en forma aislada. Es simplemente la cúspide de un proceso mediante el cual el gobierno acumula poder sembrando el terror, mediante el cual la seguridad y la privacidad son presentados como opuestos. Pero la elección no es entre seguridad y privacidad, sino entre libertad y control. Benjamin Franklin en el siglo XVIII lo expresó en forma muy clara: "Aquellos que renuncian a libertades esenciales para obtener un poco de seguridad momentánea, no se merecen ni la libertad ni la seguridad".

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¿Por qué es tan importante la privacidad? Por ejemplo, si el gobierno monitoreara automáticamente el contenido de todos nuestros correos electrónicos, buscando ciertas palabras clave por medio de algoritmos computacionales, ¿de qué tendríamos que preocuparnos? La gente normal no intercambia mensajes sobre atentados terroristas, y la gente que intercambia mensajes sobre atentados terroristas no tiene derecho a la privacidad. En otras palabras, el que nada hace nada teme.

Los programas de vigilancia masiva son peligrosos primero porque el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. También son peligrosos porque no sabemos quién vigilará a los vigilantes.

[Pinochet]

Al decir que "el que nada hace nada teme" , se invierte el peso de la prueba respecto a un derecho humano esencial. No deberías ser tú el que tiene que demostrar que eres inocente permitiéndoles a otros que metan sus narices en tus asuntos. Son los que quieren el derecho a invadir nuestra privacidad los que necesitan justificar apropiadamente los motivos que tienen para hacerlo. Y si no tienen ningún motivo, no tienen ningún derecho.

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La privacidad es un valor esencial para las personas. Todos buscamos y creamos espacios privados, y nos molesta mucho que alguien invada nuestra privacidad o se meta en nuestras cosas sin permiso.

La privacidad también es un valor fundamental para la sociedad completa, porque es la base sobre la cuál se construye la diversidad. Una persona que tuviera que vivir toda su vida entre otros que vigilaran cada una de sus acciones y palabras, se convertiría a la larga en una persona que diría y haría lo que la masa espera de ella, privada de toda individualidad.

El escritor Milan Kundera pone esta idea en boca de Sabina, la pintora de "La insoportable levedad del ser": "Para Sabina, vivir en la verdad, no mentirse a sí mismo, ni mentir a los demás, sólo es posible en el supuesto de que vivamos sin público. En cuanto hay alguien que observe nuestra actuación, nos adaptamos, queriendo o sin querer, a los ojos que nos miran y ya nada de lo que hacemos es verdad. Tener público, pensar en el público, eso es vivir en la mentira. Sabina desprecia la literatura en que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo, piensa Sabina. Y la persona que se priva de ella voluntariamente, es un monstruo".

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Sin privacidad, no hay individualidad. Sin privacidad, tampoco existen los espacios de intimidad para tener una relación con personas significativas en nuestra vida. Los espacios privados en que podemos expresarnos libremente con nuestra familia, con nuestra pareja, con nuestros amigos, son fundamentales para que haya cercanía entre las personas, para desarrollarnos como personas mediante vínculos significativos con otros.

La privacidad pre-existe a otras libertades. Por ejemplo, las libertades de religión y de consciencia no tienen sentido sin un espacio para ejercerlas; y la libertad de expresión requiere que el desarrollo de las ideas previo a su publicación sea respetado como un espacio privado.

En resumen: sin privacidad, no podemos ser personas individuales, ni establecer relaciones cercanas con otros, ni ejercer nuestras demás libertades.

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La tecnología actual de comunicaciones permite recolectar, procesar y almacenar datos a una escala nunca antes vista. También hace que la vigilancia electrónica sea mucho más barata que antes. Por ejemplo el reino unido hay unos 4 millones de cámaras para vigilar a unos 58 millones de ciudadanos: una cámara por cada 14,5 personas.

Este avance de las tecnologías de vigilancia ha dejado muchas de nuestras leyes totalmente obsoletas, simplemente porque no preveían la escala a la que la vigilancia masiva sería posible. Pero no sólo nuestras leyes se han quedado atrás. También la manera en que razonamos sobre nuestros datos y nuestras intuiciones están obsoletas.

Por ejemplo, tendemos a pensar que nuestra información personal no es valiosa, que la mayoría de lo que hacemos en público, no es algo que nos importe que los demás sepan. Pero hay que tener en cuenta que la escala, la magnitud de la vigilancia es algo que hace la diferencia.

Para entender esto, hay una metáfora que propone Cory Doctorow: pensar en las leyes que regulan el material radioactivo. El uranio se encuentra en forma natural en minas cuya explotación no es tan diferente de la de otros minerales, y donde las rocas conteniendo el mineral no son algo demasiado peligroso en sí mismas. Pero una vez que el uranio se extrae, refina y purifica, hablamos de algo completamente distinto, de un material que debe ser tratado con el cuidado más extremo.

De la misma manera, cada pequeño fragmento de información sobre nosotros que se cuela a través de nuestra actividad en la web, en redes sociales, en conversaciones telefónicas, en compras hechas con tarjeta, etc. puede ser una trivialidad a la que no prestamos mucha atención. Pero una vez que esta información se refina y purifica, se trata de algo completamente distinto. Al igual que el uranio enriquecido, nuestros datos acumulados pueden ser usados como armas, es tremendamente difícil deshacerse de los datos, y si por accidente se desparraman los efectos son muy, muy, persistentes.

La tecnología ha exacerbado el problema de la privacidad, pero también puede ayudarnos a resolverlos. A nivel académico e industrial, existe un área muy activa de investigación respecto a protocolos de seguridad con garantías de confidencialidad demostrables matemáticamente y a métodos de procesamiento de datos que hagan que la información pueda ser también almacenada en forma segura.

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Finalmente, a nivel individual, existen tecnologías abiertas de encriptación que pueden ser usadas para crear espacios digitales protegidos en nuestro computador o en nuestras comunicaciones electrónicas. A este nivel hay una responsabilidad personal de cuidar nuestros propios datos, de no dar más información de la necesaria, y de utilizar encriptación sobre los datos y comunicaciones que queremos mantener privadas. Encontrarás algunos enlaces sobre estas tecnologías en la página web de este podcast:

Herramientas básicas de privacidad

Fuentes

Voces:

Videos:

Sonidos:

Otras fuentes:

Éste es el archivo del podcast "Cultura Libre", emitido entre el 2010-2013 a través de Manzana Mecánica.

(CC-BY) Carlos Castillo 2020-2013.