Ciencia Abierta

Por Carlos Castillo / 14 de abril de 2010.- Este programa es sobre la ciencia abierta, la genética soviética del régimen de Stalin, la distorsión de la ciencia en el gobierno de Bush, la tragedia de los anti-comunes, proyectos de biotecnología y biomedicina abierta, y la ética científica de colaboración.

Ciencia Abierta

Trofim Lysenko fue un mediocre científico ucraniano, que se ganó el favor de la jerarquía soviética durante el régimen de Stalin y llegó a convertirse en director del Instituto de Genética de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Su tesis principal se refiere a la influencia del medio en que un organismo biológico se desarrolla, llegando a proponer cosas tan absurdas como que una planta de trigo en el medio apropiado produciría semillas de centeno.

Las ideas de Lysenko estaban en directa contradicción con la evidencia en favor de la teoría de herencia Mendeliana. La solución de Lysenko a esta contradicción, a comienzos de los años 1950s, fue simplemente encarcelar y hacer "desaparecer" a los genetistas rusos que investigaban la biología desde la ortodoxia científica. Sus acciones retrasaron severamente el desarrollo de la ciencia soviética durante décadas.

Hoy se conoce como "lysenkoísmo" a la manipulación de la investigación científica para que los resultados encajen con las pre-concepciones o con los objetivos políticos de personas en posición de influir sobre esa investigación. Mientras que la ciencia acepta las teorías si estas están de acuerdo con la evidencia, el lysenkoísmo acepta la evidencia si esta está de acuerdo con las conclusiones a las que el poder quiere llegar.

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Lamentablemente, el lysenkoísmo no es patrimonio exclusivo de la Unión Soviética stalinista. En el año 2004 un grupo de 60 científicos, incluyendo 20 ganadores del Premio Nobel, declaró públicamente que el gobierno de Bush distorsionaba los informes científicos para que estuvieran de acuerdo con las políticas que su gobierno quería implementar. La ciencia sobre el cambio climático, sobre salud reproductiva o sobre la presencia de metales pesados en los bosques o los ríos, era adaptada, recortada y reescrita en forma rutinaria.

En el Reino Unido, en el año 2009 el gobierno de Gordon Brown despidió al presidente de su consejo asesor en materia de drogas, el Doctor David Nutt. El motivo del despido es que el profesor Nutt llegó en el curso de su investigación científica, a la conclusión de que el LSD, la marihuana y el éxtasis no son más peligrosas que el alcohol y el tabaco. El profesor Nutt tuvo la osadía de dar una charla en la cual expuso la evidencia que justificaba esta conclusión, que contradice la línea oficial del gobierno que re-clasificó la Marihuana como una droga Clase B, con la misma peligrosidad que las anfetaminas, sin que haya evidencia científica para hacer esto.

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El lysenkoísmo no es sólo ejercido por el poder político, sino por cualquier clase de poder, incluso el poder económico. Por ejemplo, la empresa farmacéutica Knoll financió un estudio en la Universidad de California en San Francisco sobre su medicamento Synthroid. Las conclusiones del estudio fueron que el Synthroid era tan efectivo como otros 3 medicamentos mucho más baratos que existían en el mercado. Knoll logró retrasar durante años la publicación de dicho estudio, utilizando las condiciones draconianas de su contrato de financiamiento científico con la universidad.

En Canadá, la empresa Apotex amenazó a la científica Nancy Olivieri de demandarla por incumplimiento de contrato si publicaba un estudio, financiado por Apotex, en que demostraba que el medicamento L1 tenía efectos adversos.

Hay muchos casos similares. El legado del difunto Instituto del Tabaco y la existencia actual del Instituto de la Carne apuntan en exactamente la misma dirección. Cuando las empresas entregan dinero para investigación a las universidades, rara vez lo hacen como un acto de altruismo incondicional.

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Entonces, una primera condición para la investigación científica abierta es que las conclusiones deben ir después de la evidencia, y no antes. La apertura política y un mecanismo de financiamiento que asegure independencia son necesarias para conseguirlo, pero hay más. Se necesita también apertura en el acceso a los resultados de las investigaciones, y en la comunicación e intercambio libre entre las comunidades científicas.

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Hubo un tiempo en que la mente humana penetraba en los misterios de la ciencia armado con una vara y un trozo de tierra donde cupiera el dibujo de un triángulo. Pero incluso en tiempos de la Grecia clásica, la ciencia era una actividad social, que se desarrollaba y cristalizaba en el diálogo y el debate. La ciencia es eminentemente una colaboración, en que un científico sólo puede ver más lejos parándose, como dijo Newton, sobre los "hombros de los gigantes" que lo preceden. La matemática, la física, la astronomía, siempre han sido así.

Hay mucha mitología popular sobre la ciencia. Por hacer una analogía: la mayoría de los casos criminales los resuelven policías verdaderos que trabajan una jornada normal en un empleo normal, y no superhéroes con superpoderes que resuelven un caso cada noche.

De la misma manera, la mayoría de los avances de la ciencia son modestos y acumulativos, y son conseguidos mediante el trabajo metódico de gente que trabaja en universidades y en laboratorios científicos durante muchos años. La ciencia no es una actividad donde prime la suerte individual, sino una actividad donde prima el esfuerzo colectivo y metódico. Como decía Picasso, la inspiración llega, pero tiene que encontrarte trabajando.

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La ciencia es un proceso colaborativo. Este proceso colaborativo requiere de acceso al conocimiento obtenido por otras personas. El acceso abierto a los resultados de la investigación científica es un paso importante en esta dirección, pero no basta con ello.

Heller y Eisenberg describieron hace más de 10 años en la revista Science la "Tragedia de los Anti-Comunes" en la investigación biomédica, como uno de los obstáculos de la investigación biomédica. En términos simples: demasiadas patentes fragmentadas sobre aspectos básicos que son necesarios para la investigación científica, incluyendo derechos de explotación exclusiva sobre ciertos genes.

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Lo que sabemos, es que el régimen de propiedad intelectual existente dificulta la colaboración científica. Por lo mismo, existen varias iniciativas para intentar crear redes de colaboración abiertas que no estén expuestas a los problemas generados por las patentes existentes sobre ciencia básica.

Por ejemplo, BIOS es un consorcio para investigación biotecnológica abierta, y PIPRA un consorcio para investigación agrícola abierta. El propósito de ambos consorcios es el de permitir legal y técnicamente compartir e intercambiar información, herramientas y material biológico en forma libre.

Science Commons es otra iniciativa que busca promover el intercambio de datos y material científico. Dos de sus proyectos: Neurocommons y Health Commons, buscan promover este intercambio para mejorar la salud de las personas.

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La investigación abierta en temas de salud, es particularmente importante respecto a lo que se denomina enfermedades desatendidas, como por ejemplo la Oncocercosis, una infección que es la segunda causa de ceguera en el mundo y que afecta a más de 18 millones de personas en África.

Descubrir una cura para una enfermedad requiere tiempo y dinero. En el caso de la Oncocercosis, se estima que se necesita casi 20 años de investigación y mil millones de dólares. Ninguna empresa va a invertir ese tiempo y ese dinero. El dinero de una empresa puede dar mejores dividendos aliviando la caída del cabello y descubriendo como alisar las arrugas o curar la obesidad. La única posibilidad de que las enfermedades del tercer mundo sean curadas es mediante grandes y amplias colaboraciones involucrando muchos científicos. Estas colaboraciones sólo son posibles si se pueden compartir datos y material biológico.

Lo mismo sucede con las enfermedades que afectan a pocas personas, se estima que hay unas 7,000 enfermedades raras que en total afectan a un 6-8% de la población. Ninguna de estas enfermedades es un "mercado" atractivo donde invertir. Otro ejemplo relacionado es la investigación sobre prótesis para amputados, un área que ha avanzado a pasos muy lentos durante décadas y en la cual existen ahora consorcios como Myopen que buscan crear prótesis libres y hardware y software abierto para procesamiento de señales eléctricas musculares. La idea es hacer posible el desarrollo de soluciones en conjunto.

La medicina en general es un área en evolución, donde hay mucho por descubrir. Hasta que una persona no tiene una enfermedad grave no se da cuenta de la magnitud de nuestra ignorancia respecto a cómo funciona nuestro cuerpo y otros sistemas biológicos. No es el momento de fosilizar la investigación científica otorgando monopolios a mansalva, sino el momento de fomentar la colaboración científica y derribar las barreras legales y técnicas que impidan esta colaboración. Es en nuestro propio interés que así sea.

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Finalmente, los científicos son herederos de una larga y hermosa tradición a la que gigantes intelectuales le han dedicado su vida entera. Parte de la ética científica siempre ha sido el compartir lo creado. Robert Merton, sociólogo de la ciencia, lo describió así: "Los resultados sustantivos de la ciencia son un producto de la colaboración social y son asignados a la comunidad (...) no es costumbre conceder a los descubridores derechos especiales de uso y disposición sobre sus descubrimientos. Los derechos de propiedad en la ciencia se reducen al mínimo por la racionalidad de la ética científica."

Fuentes

Música:

Referencias:

Videos:



Éste es el archivo del podcast "Cultura Libre", emitido entre el 2010-2013 a través de Manzana Mecánica.

(CC-BY) Carlos Castillo 2020-2013.